Por José Luis de la Calva
Umoja, situado en el país africano de Kenia, fue fundado en 1990 por un grupo de 15 mujeres supervivientes de violaciones de soldados británicos. El número de habitantes de esta villa ha crecido desde entonces y hoy día acoge también a mujeres que huyen de matrimonios concertados, violencia doméstica, mutilación genital y abusos sexuales.
Todas estas prácticas son habituales en la zona en la que se ubica Umoja, en Samburu, al norte de Kenia.
Rebecca Lolosoli es la fundadora de Umoja. Estaba en el hospital recuperándose de una paliza propinada por un grupo de hombres cuando se le ocurrió crear una comunidad solo para mujeres. La idea le vino porque los golpes que había recibido llegaron por haberse atrevido a hablar a favor de los derechos de las mujeres en su pueblo.
Actualmente son 47 mujeres y 200 niños en esta población. Aunque viven frugalmente, estas mujeres emprendedoras han conseguido ingresos que les permiten abastecerse. Las líderes de la comunidad gestionan un campamento donde los turistas suelen parar. Las mujeres cobran una modesta entrada y una vez dentro del pueblo los visitantes pueden comprar joyería realizada por ellas mismas.
La matriarca del pueblo, según explican a The Guardian, ha recibido repetidas amenazas y ataques por parte de hombres, pero ella no les da importancia porque han logrado sobrevivir durante 25 años.
En los pueblos cercanos a Umoja sigue existiendo cierta reticencia a esta comunidad. En una de esta localidades, Samuel, el hombre más anciano, relata a The Guardian, que «la mayoría de los hombres tienen tres o cuatro mujeres». «Ellas piensan que viven sin hombres, pero eso no es posible. Muchas de ellas acaban con hijos porque van a los pueblos de al lado y son seducidas por hombres», explica el hombre sobre las habitantes de Umoja.
Sin embargo, muchas de las mujeres de este pueblo han confesado que no pueden imaginarse volver a vivir con un hombre. Una de sus habitantes, Mary, de 34 años, que fue vendida a un hombre de 80 años cuando tenía 16 por un rebaño de vacas, comenta que «no dejaría esta comunidad. No tenemos mucho, pero tenemos todo lo que necesitamos».